Mi búsqueda a través del cuerpo es un camino espiritual. Es desaparecer en mi práctica. Para sólo ser. Es romper con los patrones marcados, con las conductas definidas, es vaciarme de todo y crear mi vida a cada instante, sin peso, ligera, libre, confiada, en calma. Sabiendo que todo está bien tal cual es. Es respirar. Observar. Sentir. Encontrar la quietud en el movimiento y el movimiento en la quietud. Y dar lo mejor de mí en cada “aquí y ahora”. Ya está. ¡No hay que tocarse los dedos de los pies ni nada de eso!